Del rap a la feOtro
testimonio de conversión emocionante nos lo cuenta David. Nació en
Chicago, en el seno de una familia de padre musulmán y madre baptista.
"Salvo mi abuela materna, nadie era religioso en la familia. Nunca
íbamos al servicio dominical y, para evitar conflictos, no celebrábamos
la Navidad. Pero un año mi madre se empeñó en poner el árbol y
celebrarla. Mi padre entonces se marchó de casa y, al poco tiempo, mis
padres se divorciaron".
—¿Cuál es su primer acercamiento al cristianismo?
—Mi abuela materna murió de cáncer y, en honor a ella, mi madre comenzó
a llevarnos al servicio dominical. Yo creía en Dios, pero no sabía nada
de doctrina cristiana, ni rezar. Los pastores baptistas me bautizaron a
los once años, pero no daba catequesis.
Después de algunos meses, mi hermana dejó de ir a la iglesia. Como tenía 16 años, mi madre no la obligaba.
A mí me daba rabia tener que ir a la iglesia. Además, me producía unas
migrañas terribles. Finalmente, después de muchas protestas, dejé de ir.
En los cuatro últimos años de escuela me dediqué a divertirme, a ir a fiestas y a tocar en un grupo de rap.
—¿Cuándo se produjo el cambio de orientación religiosa?
—Comencé a darme cuenta de que algo iba mal. Sin tener la noción de
pecado, estaba descontento con la vida que llevaba y por mis malas
calificaciones.
Un día, caminando, una voz interior me animó a dejar todo aquello.
Tenía 17 años. A partir de entonces quise hacer bien las cosas, pero no
sabía cómo. Mi ignorancia era completa. Por ejemplo, creía que el libro
de Job (job en inglés significa empleo) hablaba de cómo conseguir
trabajo o algo así.
Pero Dios me ayudó. En una ocasión, hablando con dos amigos salió en la
conversación lo que decía la gente por entonces: que el mundo se iba a
acabar en el año 2000. Uno de esos amigos me preguntó si había leído en
el Apocalipsis los tremendos acontecimientos que acaece rían.
A mí todo aquello me asustó mucho. Creía en la Biblia, pero no la leía
porque en casa teníamos una versión en inglés antiguo que no comprendía.
Fue entonces cuando, cambiando de canal en la televisión, me topé con
un telepredicador protestante. Me llamó la atención por el pelo estilo
"afro" que llevaba, pero acabé enterándome de lo que decía. Me aficioné a
escuchar aquellas explicaciones de los telepredicadores y comencé a
leer la Biblia al llegar de la escuela. Había dejado el grupo de rap y
las fiestas.
—¿Y el encuentro con la Iglesia católica?
—Tenía 17 años y todo ocurrió muy rápido. La compañía de televisión por
cable cambió los canales y cuando buscaba mi canal favorito de música
clásica, apareció la EWTN de la Madre Angélica. Un sacerdote mostraba
algunos templos católicos conocidos mientras sonaba música clásica. Me
quedé sintonizando aquello y fue cuando me enteré que había diferentes
tipos de cristianos.
Al poco tiempo de ver aquel canal, me empezó a gustar más lo católico
que lo protestante. Pero yo era baptista y debía defender la religión de
mi familia. Así que me dediqué a analizar con detenimiento las
enseñanzas católicas.
Sobre todo, me dio mucho que pensar la presencia real de Cristo en la
Eucaristía. Cuando leí las palabras del Señor en el Evangelio de San
Juan me di cuenta de su radicalidad. Me puse del lado católico. Aquellas
palabras no dejaban lugar a dudas. Incluso comencé a tener grandes
deseos de recibir al Señor.
También las lecturas sobre historia de la Iglesia me daban mucha luz.
No podía aceptar que la doctrina protestante fuera la verdadera, cuando
habían comenzado a difundirla quince siglos después de Jesucristo.
Me impresionó el rosario, al escucharlo por la EWTN. Luego me sorprendí
repitiendo avemarías. Quizás mi afición al rap me llevaba a repetir
esas frases de memoria. Casi no me las podía quitar de la cabeza.
Luz especial
—¿Notó alguna gracia sobrenatural?
—Todo era providencia, pero después de un año de razonamientos, en la
fiesta de año nuevo de 1994 tuve una luz muy particular para comprender
todo con más facilidad. Como si hubiera franqueado de pronto el umbral
hacia la comunión con Roma. Entonces me di cuenta que creía en la
Iglesia católica, no en otra.
Con el permiso de mi madre, me fui a la iglesia católica más cercana.
Era la fiesta de la Epifanía. Hablé con el sacerdote y me llevaron a
otra parroquia donde comencé enseguida la catequesis. En Pascua realicé
el rito de admisión a la Iglesia. Tenía 18 años.
—¿Cómo fue la acogida que le dispensó aquella comunidad católica?
—Fue normal. Me sorprendió la frialdad con que algunos vivían la fe.
Pensé que no se daban cuenta de lo que tenían. También me apenó ver
pocos jóvenes.
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