viernes, 21 de febrero de 2014
Comunidad Católica Vidas Santas Páginas Católicas... dedicadas a las personas que aman la Vida de los Santos, Beatos, Venerables y Siervos de Dios del Mundo! En la vida de los hombres y mujeres llamados Santos encontraremos un camino a seguir en el deambular por este valle de lágrimas que es nuestra vida en la Tierra. En ella se busca el lema de la Paz, la Tolerancia y la Caridad, en un intento de recoger el máximo de imágenes de Santos
miércoles, 19 de febrero de 2014
Versículos Bíblicos sobre el Amor y la Amistad
Versículos Bíblicos sobre el
Amor y la Amistad
Dios es amor.
–Apóstol San Juan. (I Juan 4:7)
–Apóstol San Juan. (I Juan 4:7)
Porque de tal manera amó Dios al mundo,
que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquél que en él cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna.
–Jesús (Juan 3:16)
–Jesús (Juan 3:16)
Amarás al Señor tu Dios con todo tu
corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande
mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De
estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.
–Jesús (Mateo 22:37-40)
–Jesús (Mateo 22:37-40)
Amados, amémonos unos a otros; porque el
amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios y conoce a Dios. El que
no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor.
–Apóstol San Juan (1 Juan 4:7)
–Apóstol San Juan (1 Juan 4:7)
Nadie tiene mayor amor que éste, que uno
ponga su vida por sus amigos.
–Jesús. (Juan 15:13)
–Jesús. (Juan 15:13)
El perfecto amor echa fuera el temor.
–Apóstol Juan (1 Juan 4:18)
–Apóstol Juan (1 Juan 4:18)
Más Dios muestra su amor para con
nosotros, en que siendo aun pecadores, Cristo murió por nosotros.
–San Pablo. (Romanos 5:8)
–San Pablo. (Romanos 5:8)
¿Quién nos separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o
espada? Como está escrito: Por
causa de ti somos muertos todo el tiempo; somos contados como ovejas de
matadero. Antes, en todas estas cosas somos más
que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que
ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo
presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa
creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor
nuestro.
–San Pablo (Romanos 8:35-39)
–San Pablo (Romanos 8:35-39)
El amor es sufrido, es benigno; el amor
no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada
indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la
injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo
espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser.
–San Pablo (1 Corintios 13:4-8)
–San Pablo (1 Corintios 13:4-8)
Para que habite Cristo por la fe en
vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis
plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la
longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que
excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
–San Pablo (Efesios 3:17-19)
–San Pablo (Efesios 3:17-19)
Y ante todo, tened entre vosotros
ferviente amor; porque el amor cubrirá multitud de pecados.
–San Pedro (1 Pedro 4:8)
–San Pedro (1 Pedro 4:8)
Maridos, amad a vuestras mujeres, así
como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para
santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a
fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni
arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos
deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí
mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la
sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, porque somos miembros de
su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su
madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto
de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su
mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.
–San Pablo (Efesios 5:26-33)
–San Pablo (Efesios 5:26-33)
Al que nos amó, y nos lavó de nuestros
pecados con su sangre.
–Apóstol San Juan (Apocalipsis 1:5)
–Apóstol San Juan (Apocalipsis 1:5)
Con amor eterno te he amado, por tanto,
te prolongué mi misericordia.
–Jehová (Jeremías 31:3)
–Jehová (Jeremías 31:3)
Ponme como un sello sobre tu corazón,
como una marca sobre tu brazo; porque fuerte es como la muerte el amor; duros
como el Seol los celos; sus brasas, brasas de fuego, fuerte llama. Las muchas
aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre
todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían.
–Salomón (Cantares 8:6-7)
–Salomón (Cantares 8:6-7)
Mejor es la comida de legumbres donde
hay amor, que de buey engordado donde hay odio.
–Salomón (Proverbios 15:17)
–Salomón (Proverbios 15:17)
En todo tiempo ama el amigo, y es como
un hermano en tiempo de angustia.
–Salomón (Proverbios 17:17)
–Salomón (Proverbios 17:17)
El hombre que tiene amigos ha de
mostrarse amigo; y amigo hay más unido que un hermano.
–Salomón (Proverbios 18:24)
–Salomón (Proverbios 18:24)
Más maravilloso me fue tu amor que el
amor de las mujeres.
–Rey David (2 Samuel 1:26)
–Rey David (2 Samuel 1:26)
(Todas las citas bíblicas están en la
versión Reina Valera 1960).
Ver
también:
lunes, 10 de febrero de 2014
Estaba pensando en ti (sara torres)
domingo, 9 de febrero de 2014
UNCIÓN CATÓLICA Y PROFÉTICA: El Padre Carlos Cancelado (Sacerdote Católico) NOS...
UNCIÓN CATÓLICA Y PROFÉTICA: El Padre Carlos Cancelado (Sacerdote Católico) NOS...: EL Padre Carlos Cancelado de Colombia, nos brinda una tremenda CATEQUESIS sobre la realidad de la existencia del INFIERNO, apoyado en la Sag...
sábado, 8 de febrero de 2014
jueves, 6 de febrero de 2014
Jesús predica la conversión
Jesús predica la conversión
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El amor de Dios es eterno
El amor de Dios es
eterno, y por el tamaño de ese amor es que no nos desamparará jamás; vendrán tormentas
y huracanes de pruebas, llenaremos nuestras vidas con maremotos de lágrimas,
pero Él estará siempre junto a nosotros si nosotros permanecemos en Él; el
mundo, nuestros amigos o nuestra propia familia podrá defraudarnos, pero el
amor de Dios permanecerá siempre junto a nosotros.
Leamos la Palabra de
Dios en Jeremías 31:1-14 “En aquel tiempo, dice Jehová, yo seré por Dios a
todas las familias de Israel, y ellas me serán a mí por pueblo. El pueblo que
escapó de la espada halló gracia en el desierto, cuando Israel iba en busca de
reposo. Yave se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno
te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia. ………………….”.
Por mucho tiempo
algunos, por menos tiempo otros, hemos sufrido el trato del mundo en nuestras
vidas; aún hoy, estando verdaderamente en el camino del Señor y por la simple
razón de que debemos tratar con el mundo, o con aquellos que deberían haber
cambiado sus actitudes pero no lo han hecho, continuamos sufriendo dolores y
desengaños que el enemigo pretenderá usar para hacernos bajar los brazos y no
continuar en el glorioso camino de Dios y haciendo su obra.
Juan, siendo ya
anciano, y a través de su caminar apostólico, había acumulado una enorme
experiencia con personas que conocieron a Cristo; con otros que decían seguirle
pero con sus acciones daban muestras que para nada sus enseñanzas habían
afectado sus vidas; y con todos aquellos que permanecían todavía en el mundo,
ésa experiencia de Juan puede ser resumida en un versículo: “Todo lo que hay en
el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la
vida, no proviene del Padre, sino del mundo” 1 Juan 2:16; así como Juan, puede
que muchos de nosotros también hemos tenidos experiencias similares y pensamos
de igual forma.
El demonio ha
organizado el mundo bajo un sistema de maldad y egoísmo, “Todo” dice la
Palabra, es decir que nada de lo que no esté bajo el gobierno del Señor, es
bueno; ninguno que no entregó su vida totalmente al Señor puede decir que hace
todo lo bueno, solo el Padre introduce en las vidas elementos espirituales
capaces de evitar la acción del mal, solo el Padre cambia la vida a fin de no
hacer maldad, solo confiando ciegamente en el Señor podremos vencer el egoísmo
del mundo que nos lleva a hacer lo malo.
“El mundo pasa, y sus
deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” 1 Juan
2:17, la vanagloria, el enriquecimiento dinerario, los deseos y anhelos de la
carne como todas las cosas que el mundo establece como importantes o
fundamentales son tan precarias y transitorias para los hijos de Dios, que no
afectan su vida; pero el sistema del mundo hace que aquellos que viven sin
Cristo, o quienes todavía tienen tinieblas en sus vidas, se aferren a estas
cosas como lo mas preciado; se afanan por vivir, cuando están muertos en
delitos y pecados, Efesios 2:1.
El demonio se ha
encargado de sembrar cizaña en medio del trigo, Mateo 13:24-30, 38, el Señor
nos advirtió de su existencia, esa cizaña son los adúlteros espirituales “Que
vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces”
Mateo 7:15; el enemigo muchas veces nos lanza estos dardos encendidos, estos
que se dicen, pero no son hijos de Dios, a fin de que comprobemos por nosotros
mismos si hemos tomado, y tenemos en buena posición, el escudo de la fe,
Efesios 6:16, para que con él podamos ganar la buena batalla y perseveremos a
pesar de todo “Con los ojos puestos en Jesús, el autor y consumador de la fe”
Hebreos 12:2.
El enemigo emplea toda
clase de artimañas para destruirnos, pero nosotros “Sabemos que el Hijo de Dios
ha venido, y nos ha dado entendimiento para conocer al que es verdadero; y
estamos en el verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el verdadero Dios, y la
vida eterna” 1 Juan 5:20, sabemos en quien confiamos y por eso descansamos en
él nuestra esperanza, esperando el cumplimiento de las promesas que ha
entregado a cada uno de nosotros.
Tenemos la promesa
sobre nosotros y nuestras familias, “Yo seré por Dios a todas las familias de
Israel, y ellas me serán a mí por pueblo” vs 1 y es allí en donde descargamos
nuestros dolores y tristezas, allí descansamos en nuestro futuro, con Él; el
pueblo que escapó de la espada de Egipto halló gracia, quienes escapamos del
egoísmo y la maldad del mundo también hemos hallado gracia y somos cubiertos
del amor misericordioso y eterno de Dios; no eres tu solo, es también tu
familia y la familia de tus vecinos y de tus amigos quienes alcanzarán la
gracia de la salvación que nos brinda el Señor, pero no debes bajar tus brazos,
no debes ceder al desánimo que nos produce ver el accionar de aquellos que no
tienen a Cristo con que el enemigo te ataque
Puede que te sientas
defraudado por la actuación de muchos que no supieron recibir la Palabra de
Dios, lo entregaste todo y como no ves ahora frutos te sientes mal, pareciera
que todo se ha derrumbado; pero en medio de su gracia, el Señor nos edificará
en su amor para que vuelva sobre nosotros su gozo a fin de que vivamos
alegremente nuestra vida cristiana, a pesar de las pruebas y de las luchas que
vengan, a pesar de esos dardos encendidos que el enemigo nos envíe para
hacernos retroceder; no importa lo pasado, no importa lo poco o mucho que
perdimos a causa de la maldad y egoísmo que el mundo estableció como
alternativa de crecimiento personal, solo debe importarnos la promesa que nos
entrega el Señor: “Aún plantarás viñas…….; plantarán los que plantan, y
disfrutarán de ellas” v 5.
El tiempo no se ha
terminado, la tarea que debes hacer para el Señor aún no está concluida, aún
plantarás las viñas que enriquecerán el reino de Dios con las almas alimentadas
con Palabra de vida; tu eres un sembrador de la Palabra y no debes cesar en tu
tarea pues llegará el momento en que verás los frutos de tu siembra; el Señor
podrá un día levantar la cosecha de ese plantío que tu has hecho y traerá
consigo su galardón, “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para
recompensar a cada uno según sea su obra” Apocalipsis 22:12.
Deja ya de mirar hacia
atrás, deja de pensar en todo lo que podrías haber hecho y no hiciste, deja de
pensar en el tiempo y las oportunidades que perdiste de ganar almas para el
Señor; comienza a mirar hacia delante, hacia ese futuro que tienes por delante
y que será mejor aún, porque “La gloria postrera de ésta casa será mayor que la
primera, ha dicho Yave de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Yave de
los ejércitos” Hageo 2:9; puede que hoy no veas a toda tu casa convertida al
Señor, puede que no veas crecimiento en tu ministerio o que pareciera haberse
cerrado el cielo mismo sobre ti, pero ahora es tiempo de mirar hacia delante
solamente para seguir plantando la Palabra de Dios en cuanta tierra el Señor te
ponga por delante, y ya vendrá el tiempo de disfrutar del trabajo realizado.
Quita la angustia que
se produce en tu corazón por aquellos que se han alejado, ellos quizás no te
comprendieron, quizás se dejaron vencer por el sistema de maldad del mundo al
no estar protegidos con el escudo de la fe, quita tu angustia y tu dolor porque
el Señor te dice: “He aquí yo los hago volver de la tierra del norte, y los
reuniré de los confines de la tierra, y entre ellos ciegos y cojos” v 8;
volverán aquellos que se alejaron porque estaban cojos y no se podían afirmar
sólidamente en el camino, o los que parecían cojos pues un pie lo mantenían en
el barro del mundo y no les permitía estabilizarse en las cosas de Dios.
Volverán también
aquellos que se alejaron enceguecidos por los afanes de la carne que les
hicieron preferir las cosas del mundo a las cosas de Dios; vendrán los que no
confían o no conocen al Señor, ya que “El dios de este siglo cegó el
entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del
evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios” 2 Corintios
4:4.
El Señor reunirá a
todos aquellos que en Él confían, “Y vendrán con gritos de gozo en lo alto de
Sion, y correrán al bien de Jehová, al pan, al vino, al aceite, y al ganado de
las ovejas y de las vacas; y su alma será como huerto de riego, y nunca más
tendrán dolor” v 12; el Señor derramará bendiciones , gozo y alegría a su
pueblo, a ese remanente que sabe buscar a Dios a pesar de las dificultades con
que el sistema de maldad del mundo les ataque.
“Y el alma del
sacerdote satisfaré con abundancia, y mi pueblo será saciado de mi bien, dice
Yave” v 14.
CRISTO FUNDO UNA SOLA IGLESIA
CRISTO FUNDO UNA SOLA IGLESIA:
LA IGLESIA CATÓLICA
Pruebas bíblicas e históricas
Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios hecho hombre dio su vida en la
Cruz para salvar a los hombres del pecado y el poder del demonio. Fundó su
Iglesia para continuar su obra de salvación. Única y exclusivamente a esta
Iglesia que El mismo fundó, confió su misión, su Evangelio, su autoridad y sus
poderes divinos para predicar, bautizar, hablar en su nombre y salvar a los
hombres. Sin embargo, dieciséis siglos después de Cristo, Martín Lutero, un
sacerdote católico excomulgado, inventó la teoría de la libre interpretación de
la Biblia. Este libre examen produjo unas 36,000 sectas diferentes y opuestas,
que sin ningún derecho se apropiaron del Evangelio, utilizándolo contra la
legítima Iglesia. Para hacerse aceptar, todas estas sectas pretenden ser de
Jesucristo. Hoy en día muchos fundan "su iglesia" y "predican la
Biblia" a su modo, haciendo "discípulos" y sembrando confusión y
división entre los católicos ignorantes. ¿Sería fruto del Espíritu Santo de
Cristo todo esto? ¿Reconoce Cristo a estas 36,000 iglesias como suyas o las
rechaza puesto que El no las fundó y a nadie dio autoridad para fundarlas?
Frente a la confusión y desorientación provocadas por las sectas y los falsos
profetas, para no dejarse engañar y perderse eternamente (Mateo 7, 15-23) ¿Como
saber con certeza cuál es la verdadera Iglesia que Cristo fundó? Este asunto
necesita de reflexión, mucha buena voluntad y humildad.
martes, 4 de febrero de 2014
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO PARA LA CUARESMA 2014
MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA LA CUARESMA 2014
Se hizo pobre para
enriquecernos con su pobreza
(cfr. 2 Cor 8, 9)
Queridos hermanos y hermanas:
Con ocasión
de la Cuaresma os propongo
algunas reflexiones, a fin de que os sirvan para el
camino
personal y comunitario
de
conversión. Comienzo
recordando las palabras de san Pablo: «Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se hizo
pobre por vosotros para enriqueceros con su
pobreza» (2
Cor 8, 9). El Apóstol se dirige a los cristianos de Corinto
para alentarlos a ser
generosos y ayudar
a los fieles de Jerusalén que pasan necesidad.
¿Qué nos dicen, a los cristianos de hoy, estas palabras de san Pablo?
¿Qué nos dice hoy,
a nosotros, la invitación a la pobreza, a una vida pobre en
sentido
evangélico?
La gracia de Cristo
Ante todo, nos dicen
cuál es el estilo de Dios.
Dios no se revela mediante el poder y la
riqueza del
mundo, sino mediante la debilidad
y la pobreza:
«Siendo
rico,
se
hizo pobre por vosotros…».
Cristo, el Hijo eterno
de Dios,
igual
al
Padre en poder
y gloria, se hizo
pobre; descendió
en
medio de nosotros, se acercó a cada uno
de nosotros; se desnudó, se “vació”,
para
ser en todo
semejante a nosotros
(cfr. Flp 2, 7; Heb 4, 15). ¡Qué gran
misterio la encarnación
de
Dios! La razón de todo esto es el amor divino, un amor que es gracia, generosidad,
deseo
de proximidad, y que no duda
en darse y sacrificarse por las criaturas a
las
que ama. La caridad,
el amor es compartir en todo
la suerte del amado. El
amor nos hace semejantes, crea igualdad, derriba los muros y las distancias.
Y Dios hizo esto con
nosotros. Jesús,
en
efecto, «trabajó con manos de hombre, pensó
con inteligencia de hombre, obró
con voluntad
de
hombre, amó con corazón
de
hombre. Nacido
de la Virgen María,
se
hizo verdaderamente uno de nosotros,
en todo semejante a nosotros
excepto en el
La finalidad de Jesús al hacerse pobre no es la pobreza en sí
misma, sino —dice san
Pablo—
«...para enriqueceros con
su pobreza». No se trata de un
juego de palabras ni de
una expresión para causar sensación.
Al contrario, es una síntesis de la lógica de Dios, la lógica del amor,
la
lógica de la Encarnación
y la Cruz. Dios no
hizo caer sobre nosotros la salvación desde lo alto,
como
la limosna de quien
da parte de lo
que para él es superfluo
con aparente piedad filantrópica.
¡El
amor de Cristo no es esto! Cuando Jesús entra en
las aguas
del
Jordán y se hace bautizar por Juan
el Bautista, no
lo hace porque necesita penitencia,
conversión;
lo hace para estar en medio de la gente, necesitada de perdón, entre nosotros, pecadores, y cargar con
el
peso de nuestros pecados. Este es el camino
que
ha elegido para consolarnos, salvarnos, liberarnos de nuestra miseria.
Nos
sorprende que el Apóstol
diga
que fuimos liberados no por
medio
de la riqueza de Cristo,
sino por medio de su pobreza. Y,
sin embargo,
san
Pablo conoce bien
la
«riqueza insondable de Cristo» (Ef 3,
8), «heredero de todo» (Heb 1,
2).
¿Qué es,
pues, esta pobreza con la que Jesús nos libera y nos enriquece? Es precisamente su
modo de amarnos,
de estar
cerca de nosotros,
como el
buen samaritano
que
se acerca a ese hombre
que todos habían abandonado medio muerto al
borde del camino (cfr. Lc 10, 25ss). Lo que nos da verdadera libertad, verdadera salvación y verdadera felicidad es su
amor
lleno de compasión,
de ternura,
que quiere compartir con
nosotros. La pobreza de Cristo
que nos enriquece consiste en el hecho que se hizo carne,
cargó con
nuestras debilidades y nuestros pecados, comunicándonos la misericordia infinita de Dios.
La
pobreza de Cristo es
la mayor
riqueza:
la riqueza de Jesús es su
confianza ilimitada en
Dios Padre, es encomendarse a Él en todo
momento,
buscando siempre y solamente su
voluntad y su gloria. Es rico como lo es un
niño que se siente amado por sus padres y los ama,
sin dudar
ni un instante de su
amor
y su ternura. La riqueza de Jesús radica en el hecho de ser el
Hijo,
su relación única con el
Padre es la prerrogativa soberana de este Mesías pobre.
Cuando Jesús nos invita a tomar su
“yugo
llevadero”, nos invita a enriquecernos con esta “rica
pobreza” y “pobre riqueza” suyas, a compartir
con
Él su espíritu filial y fraterno,
a convertirnos en hijos
en el Hijo, hermanos en
el Hermano Primogénito (cfr Rom
8, 29).
Se ha dicho
que
la única verdadera tristeza es no ser santos (L.
Bloy); podríamos decir también
que
hay una única verdadera miseria:
no vivir como hijos de Dios y hermanos de
Cristo.
Nuestro testimonio
Podríamos pensar que este “camino” de la pobreza fue el de Jesús,
mientras que nosotros, que venimos después de Él, podemos salvar
el
mundo con los medios humanos adecuados. No
es
así. En toda época y en todo lugar,
Dios sigue salvando
a los hombres y salvando el
mundo mediante la
pobreza de Cristo,
el cual
se
hace pobre en los Sacramentos,
en la Palabra y en su Iglesia, que es un
pueblo
de
pobres. La riqueza de Dios no puede pasar a través de nuestra riqueza, sino
siempre y solamente a través de nuestra pobreza, personal
y comunitaria, animada por el
Espíritu de Cristo.
A imitación de
nuestro Maestro, los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los
hermanos,
a tocarlas, a hacernos cargo
de ellas y a realizar
obras concretas a fin
de aliviarlas. La miseria no coincide con la pobreza;
la
miseria es la pobreza sin
confianza, sin
solidaridad, sin esperanza. Podemos distinguir tres tipos de miseria:
la
miseria material,
la miseria moral
y la miseria espiritual. La miseria
material es la que habitualmente llamamos
pobreza y toca a cuantos viven
en una condición
que
no es digna de la persona humana:
privados de sus derechos fundamentales y de los bienes de primera necesidad como la
comida, el
agua, las condiciones higiénicas, el
trabajo,
la posibilidad
de
desarrollo y
de crecimiento cultural. Frente a esta miseria la Iglesia ofrece su servicio, su diakonia, para responder a las necesidades y curar
estas heridas que desfiguran el
rostro de la humanidad. En
los pobres y en los últimos vemos el
rostro de Cristo;
amando y ayudando a los pobres amamos y servimos a Cristo. Nuestros esfuerzos se orientan
asimismo a encontrar el
modo de que cesen en el
mundo las violaciones de la dignidad humana, las discriminaciones y los
abusos,
que, en tantos casos,
son el origen
de la miseria. Cuando el poder, el lujo
y el
dinero se convierten
en
ídolos, se anteponen a la exigencia de una distribución justa de las
riquezas. Por
tanto, es necesario que las conciencias se conviertan
a la
justicia, a la igualdad, a la sobriedad
y al
compartir.
No es menos preocupante la miseria
moral, que consiste en convertirse en esclavos del
vicio y del
pecado. ¡Cuántas familias viven
angustiadas porque alguno de sus miembros —a
menudo joven— tiene dependencia del alcohol, las drogas,
el juego o la pornografía!
¡Cuántas personas han
perdido
el
sentido de la vida, están
privadas de perspectivas para el
futuro y han perdido la esperanza!
Y cuántas personas se ven
obligadas a vivir
esta miseria
por condiciones sociales injustas, por falta de un
trabajo, lo
cual les priva de la dignidad que
da llevar el pan a casa, por falta de igualdad respecto de los derechos a la educación
y la salud. En estos casos la miseria moral
bien
podría llamarse casi
suicidio
incipiente. Esta
forma de miseria, que también es causa de ruina económica, siempre va unida a la miseria
espiritual, que
nos golpea cuando nos
alejamos de Dios y rechazamos su
amor. Si consideramos que no
necesitamos a Dios,
que en
Cristo
nos tiende la mano, porque
pensamos que nos bastamos a nosotros
mismos, nos encaminamos por un camino
de fracaso. Dios es el único
que
verdaderamente salva y libera.
El Evangelio es el
verdadero antídoto contra la miseria espiritual: en cada ambiente el cristiano
está llamado a llevar
el anuncio liberador de que existe el perdón del mal
cometido, que Dios es más grande que nuestro
pecado y nos ama gratuitamente,
siempre, y que
estamos hechos para la comunión
y para la vida eterna.
¡El
Señor
nos
invita a anunciar
con gozo este mensaje de misericordia y de esperanza! Es hermoso experimentar
la
alegría de extender
esta buena nueva, de compartir el tesoro que se nos ha confiado, para consolar los corazones afligidos y dar
esperanza a tantos hermanos y hermanas sumidos
en el vacío.
Se
trata de seguir e imitar a Jesús, que fue en
busca de los pobres y los pecadores como el pastor con la oveja perdida,
y lo hizo lleno de amor. Unidos a Él, podemos abrir con
valentía nuevos caminos de evangelización
y promoción humana.
Queridos hermanos y hermanas, que este tiempo
de Cuaresma encuentre a toda la Iglesia dispuesta y solícita a la hora de testimoniar a cuantos viven en
la miseria material, moral y espiritual el mensaje evangélico,
que
se resume en
el anuncio
del
amor del Padre misericordioso, listo
para abrazar en Cristo a cada persona.
Podremos hacerlo en la medida
en que nos conformemos a Cristo, que se hizo pobre
y nos enriqueció con
su pobreza. La
Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué
podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer
a otros con
nuestra pobreza. No
olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido
un despojo sin
esta dimensión penitencial.
Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele.
Que el Espíritu
Santo, gracias al
cual «[somos]
como
pobres, pero que enriquecen a
muchos; como necesitados,
pero poseyéndolo
todo»
(2 Cor 6, 10), sostenga nuestros propósitos y fortalezca en nosotros la atención y la responsabilidad ante la miseria humana, para que seamos misericordiosos y agentes de misericordia.
Con este deseo,
aseguro
mi oración por todos los creyentes.
Que
cada comunidad eclesial
recorra provechosamente el camino cuaresmal.
Os
pido que recéis por mí. Que el
Señor
os bendiga y la Virgen os guarde.
Vaticano, 26 de diciembre de 2013
Fiesta de San Esteban,
diácono
y protomártir
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