8 santos que dieron su vida por defender la indisolubilidad del matrimonio
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La cultura de hoy quiere apartarse de la verdad del matrimonio, pero
esto no es nuevo, ha sido controversia desde hace miles de años
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La cultura de hoy quiere apartarse de la verdad del matrimonio.
Esto no es nuevo. La naturaleza del matrimonio ha sido un punto de
controversia desde hace miles de años. De hecho, algunos de los más
grandes santos más venerados de la Iglesia dieron sus vidas defendiendo
el matrimonio. ¿Serías capaz de hacer lo mismo?
Aquí están sus historias inspiradoras: 1) San Juan Bautista - siglo primero
Según los Evangelios, el rey Herodes se
había divorciado de su esposa y tomado la mujer de su hermano. San Juan
Bautista sabía que esto estaba mal y que el hecho de que Herodes estaba
haciendo esto públicamente hacía el pecado aún peor. Así se enfrentó a
Herodes. Él no señaló las cosas positivas acerca de su relación adúltera
o trató de hacer amigos, sino que en cambio le dijo claramente: "No te
es lícito tenerla" (Mateo 14,4)
Por desgracia, en lugar de arrepentirse,
Herodes hizo arrestar a Juan y lo hizo prisionero. La Escritura dice que
Herodes "quería matar a Juan, pero tenía miedo de la gente, porque
consideraban a Juan un profeta". (Mateo 14,5) Sin embargo, cuando su
hijastra pidió la cabeza de Juan en un plato durante una fiesta, Herodes
consintió e hizo decapitar a Juan.
Con respecto a la santidad de Juan, Jesús
mismo le felicitó y dijo que "entre los nacidos de mujer no se ha
levantado otro mayor que Juan el Bautista." (Mateo 11,11)
2-3) San Juan Fisher y Santo Tomás Moro - siglo XVI
Enrique VIII, rey de Inglaterra del siglo
XVI, quería un hijo desesperadamente. Después de muchos años de tratar
de engendrar un hijo con la reina Catalina de Aragón, decidió que quería
divorciarse de ella. Por supuesto, el divorcio no se le permitió, así
que trató de conseguir que su matrimonio fuese anulado por el Papa. El
Papa revisó el caso y determinó que la anulación no era legítimo en este
caso.
San Juan Fisher, obispo Inglés (que fue
nombrado cardenal, no mucho antes de su ejecución), ferozmente defendía a
Catalina. Él apareció en el tribunal en su nombre y declaró que, al
igual que San Juan Bautista, estaba dispuesto a morir para defender la
indisolubilidad del matrimonio.
Con el Rey Enrique asumiendo cada vez más
y más poder, Santo Tomás Moro, uno de los estadistas de mayor confianza
del rey Enrique, renunció a su cargo en el gobierno. Cuando el Rey se
casó con Ana Bolena, él no asistió.
Luego, el Rey obligó a la gente a hacer
un juramento declarando que el rey Enrique era el jefe supremo de la
Iglesia en Inglaterra, no el Papa. Todos los que deseaban conservar su
amistad con el Rey, sus puestos en el gobierno y la Iglesia, lo
apoyaron. De esta forma el Rey hizo llamar a Tomas Moro y le pidió hacer
el juramento y reconocer públicamente la anulación del matrimonio del
Rey con Catalina. Él se negó a hacer ambas cosas. San Juan Fisher
también se negó a tomar el juramento y fue encarcelado en la Torre de
Londres.
Ambos fueron juzgados y declarados
culpables de traición y decapitados públicamente. Entre sus últimas
palabras estuvieron: "Soy un buen siervo del rey, pero primero de Dios".
4-8) Los 5 Mártires de Georgia - siglo XVI
Los "mártires Georgia" aún no son santos oficiales, pero su causa de canonización está en proceso. Y tienen una historia increíble.
Pedro de Corpa, Blas de Rodríguez,
Antonio de Badajóz, Fray Miguel de Añon, y Francisco de Veráscola eran
frailes franciscanos que llegaron a América del Norte a finales del
siglo XVI para llevar el Evangelio a los nativos americanos que vivían
en lo que hoy se conoce como el estado de Georgia en EEUU.
A pesar de que carecían de suministros y
la vida era difícil, por la gracia de Dios fueron capaces de ganar
algunos conversos. La enseñanza cristiana sobre el matrimonio, sin
embargo, era difícil para algunos de los conversos. Así que si un hombre
con más de una esposa quería convertirse, los misioneros requerirían
que prometiese mantener sólo una esposa.
Un hombre hizo la promesa, fue bautizado,
pero luego continuó viviendo con dos esposas. Fray Pedro de Corpa lo
enfrentó con el apoyo del Padre Blas. En lugar de arrepentirse y
sostener la promesa hecha en el bautismo, el hombre se fue lleno de
furia y volvió con un grupo de guerra. El grupo asesinó al Padre Pedro
despedazándolo con una espada, y luego capturaron al Padre Blas.
Antes de que mataran al Padre Blas, le permitieron celebrar misa por última vez, y durante su predicó de la siguiente manera:
Mis hijos, para mí no es difícil morir.
Incluso si no me matasen, la muerte de este cuerpo es inevitable.
Debemos estar preparados en todo momento, todos nosotros, para morir
algún día. Pero lo que realmente me duele es que el Maligno les ha
convencido para cometer esta ofensa contra su Dios y Creador. Es una
fuente adicional de profundo dolor para mí que ustedes sean
desconsiderados ante lo que los misioneros hemos hecho por ustedes al
enseñarles el camino hacia la vida eterna y la felicidad.
Después de la misa, también fue asesinado a machetazos. En los próximos días, mataron a los otros tres misioneros.
BONUS: Papa San Nicolás Magno- siglo novenoSeguramente has oído hablar del Papa San León Magno y el Papa San Gregorio Magno, pero ¿has oído hablar del Papa San Nicolás Magno? Era el siglo noveno, y el rey Lotario II de Francia quería divorciarse de su esposa y casarse con otra mujer. Él sobornó a un legado papal y consiguió un concilio de obispos locales para aprobar la anulación de su matrimonio. Cuando el Papa Nicolás se enteró de lo que había sucedido, encargó a un nuevo juicio en Roma, a la que asistieron dos arzobispos que habían permitido la anulación cuestionable. El pontífice encontró que la anulación era ilícita y depuso a los dos arzobispos. Enfurecido, el rey Lotario II envió sus ejércitos a Roma, tomó el control de la ciudad, y exigió que el Papa reconociera la anulación. El Papa Nicolás fue confinado en la basílica de San Pedro durante dos días sin comer - pero se negó a ceder. Finalmente, la emperatriz Engelberga del Sacro Imperio Romano convenció al rey Lotario II a abandonar la ciudad. El Papa Nicolás nunca concedió dicha anulación y pasó el resto de su vida tratando de reconciliar el rey Lotario con su verdadera esposa. |
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