Buenas películas, bien realizadas y con contenidos profundos hay muchas, aunque quizás no tantas como quisiéramos. Hay producciones que, además, nos introducen en aspectos esenciales de la fe y nos permiten vislumbrar, con el lenguaje del cine, verdades imperecederas.
Son ventanas a lo esencial y dan color, sonido y voz a aquello
invisible a los ojos pero fundamental para comprender cada vez más la
vida cristiana. Hemos escogido 10 películas de esta clase, sin deseo de hacer un “ranking” ni pensando que son las mejores.
De hecho, estamos seguros de que hay muchas más y que, como toda lista
de este tipo, está siempre un poco sujeta a la opinión personal y un
tanto subjetiva de cada persona. Nota: hemos dejado de lado las películas sobre la vida de Cristo y sobre las vidas de los santos para otra ocasión.
1. La fiesta de Babette (1987):
Es una película danesa y una de las
preferidas del Papa Francisco. La historia —que transcurre en un
apartado pueblo de la costa— parece sencilla pero encierra profundas
analogías con el cristianismo. Es una gran virtud de esta película
mostrarnos, con gran arte y belleza, que lo que opera detrás de lo aparente es algo mucho más profundo,
y en el fondo, no otra cosa que la gracia de Dios que va transformando,
a partir de una experiencia que empieza en lo sensible, los corazones
que se abren a Él. En La fiesta de Babette, una auténtica
fiesta de gozo, entrega y alegría, cada comensal va descubriendo un
sentido más profundo para la vida, lleno de belleza y verdad.
2. La misión (1986):
Una gran producción cuya historia gira alrededor de las misiones jesuitas en Paraguay. Su historia encierra profundos elementos de perdón y reconciliación,
además de evidenciar la tarea de los misioneros en esa parte del
continente, con sus aciertos y desaciertos. Nos muestra también las
grandezas que puede realizar el ser humano, al mismo tiempo que sus
facetas más oscuras. La música que acompaña la película es una obra
maestra en sí misma.
3. De dioses y hombres (2010):
Narra los días previos al asesinato de una
comunidad de monjes trapenses en Argelia. La película no es un homenaje
innecesario a la valentía de siete hombres, ni una invitación a la
resignación frente a eventos desafortunados. Es, por el contrario, una llama de esperanza que ilumina un mundo lleno de odio y violencia,
y lo es precisamente porque la historia de estos hombres resulta
también un llamado a la acción decidida, incluso cuando esto significa
elegir, por amor a Dios, confiar absolutamente en Él.
4. Ben Hur (1959):
Un clásico del cine además de una
producción que nos lleva al encuentro de la figura histórica de Jesús.
En ese recorrido que lleva a Ben Hur de la nobleza a la esclavitud de
las galeras, de la servidumbre a la libertad como hijo adoptivo de un
acaudalado romano, del triunfo y la aclamación al sufrimiento y
desesperación por sus seres queridos, nos encontramos con otra persona
que parece acompañarlo desde lejos: Jesús el Cristo. Ben Hur es
siempre un hombre en búsqueda, y su corazón permanecerá inquieto hasta
alcanzar lo que de verdad anhela: el rostro de Cristo.
5. Qué bello es vivir (1946):
Otro clásico del cine y en particular del
tiempo de Navidad. Una película que nos lleva a comprender el valor del
servicio sincero y la entrega desinteresada a los demás, y a valorar
nuestras acciones no por sus frutos inmediatos sino más bien por los
imperecederos. «Ningún hombre que tiene amigos es un fracaso»,
nos dice esta historia. Tampoco el hombre o mujer que ama y se deja
amar. Al final de la película, mientras suenan las campanas de la
iglesia y se celebra el nacimiento del Señor, quien vino no a buscar su
propia gloria sino a realizar el bien y ponerse al servicio de la
humanidad, la desesperanza del protagonista se convierte en alegría y
cercanía con todos los que lo rodean, y las voces se elevan ya no en una
petición de ayuda, sino en gloria a Dios en la forma de un villancico
navideño.
6. Las flores de la guerra (2011):
Cruda representación de la masacre de la ciudad de Nankin (China) ocurrida en 1937. Las flores de la guerra
es una película dura pero llena de belleza y significado. Es, en un
sentido, un canto de esperanza para el corazón humano, que incluso
herido por el mal puede hallar espacio para vencer al egoísmo y optar
por el bien y el sacrificio. Enseña también a no desesperar de la
condición humana, capaz de tanta destrucción y violencia, pero también
de entrega y abnegación extraordinarias. Nos recuerda al mismo tiempo aprender a no juzgar por lo externo.
Son a veces los más pecadores quienes descubren con mayor fuerza la
necesidad del amor y la misericordia, y se hacen así capaces de ponerse
de rodillas y, entrando en sí mismos, recorrer el sendero de todos los
hijos pródigos de la humanidad.
7. El árbol de la vida (2011):
Esta producción de Terrence Malick tiene
quizás como gran defecto lo que es su mayor virtud: el intento de
presentar una visión total del misterio de la creación, del pecado y del
amor de Dios en la vida del hombre, misterio imposible de aprehender —y
de representar— en su totalidad. Su lenguaje analógico es quizás por
momentos de difícil comprensión, pero la belleza de su ejecución y la
profundidad de los temas que toca es innegable. Se trata, por tanto, de una gran intento de presentar con imágenes el misterio de la vida,
que involucra la acción de Dios, la respuesta del hombre, la libertad,
el sufrimiento, la vida eterna, entre otros muchos temas tan importantes
de reflexionar en todo peregrinar terreno.
8. Marcelino pan y vino (1955):
Hermosísima película española sobre un
niño huérfano acogido en un monasterio. En medio de sus travesuras nos
hará reír, sufrir y también llorar al descubrir, como lo hicieron los
monjes, la sencillez y bondad que encierra el corazón de un niño, y
sobre todo, su capacidad para hablar con Dios. Película de una
ternura extraordinaria, que al mismo tiempo despierta en el interior el
anhelo de un encuentro profundo, natural y cotidiano con Dios y con la
Virgen.
9. Los miserables (2012):
Una de las producciones más importantes de
los últimos tiempos y genial adaptación del musical basado en la famosa
obra de Víctor Hugo. Difícil resumir o destacar los aspectos más
importantes o interesantes de la película. En ella, en realidad, se muestra lo mejor y lo peor de la humanidad,
con muchas de sus complejidades, anhelos, alegrías, fracasos y dolores.
Lo épico se entremezcla con el sinsentido, el amor va de la mano del
dolor, la felicidad con el desprendimiento, y el camino que separa la
felicidad de la amargura y la desesperación es a veces una sutil línea
donde las intenciones y el uso correcto o equivocado de la libertad
deciden batallas de alcance insospechado.
10. Yo confieso (1953):
Una gran producción de Alfred Hitchcock
que gira en torno al secreto de la confesión sacramental. Si bien por un
lado resalta el misterio y suspenso de la historia, detrás de ellos se
encuentra el gran valor del p. Michael Logan para proteger el sigilo sacramental y ser fiel a sus propios compromisos,
incluso a pesar de lo que puede significar para su propia vida. Toda
una lección para nuestro tiempo. Es, al mismo tiempo, una historia de
perdón y amor al prójimo, en especial hacia aquel que nos daña.
Y un bonus…
11. Cartas a Dios (2009):
Cartas a Dios es una hermosa alegoría de la vida cristiana vista a través de los ojos de un niño con una enfermedad terminal.
No busca soslayar la dureza de la enfermedad, ni presentar una visión
rosa de la vida. Enseñándonos lo verdaderamente valioso en la vida
cuando se ilumina por lo que Dios nos ha revelado, Cartas a Dios
resulta una película llena de ternura, compasión y, paradójicamente a
ojos humanos, llena de gozo y paz. Es, en este sentido, toda una
catequesis sobre la vida cristiana.
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