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Hoy comenzamos una
nueva aventura, vamos a escalar el Sinaí, para ir a la presencia de Dios, en
medio de obstáculos. La meta de esto es tener devoción y tiempo con Dios, sin
tradiciones, sino con la guía de la Palabra de Dios, como mapa, la oración como
brújula y el Espíritu Santo como el Guía clave. Hace pocos días mi hija
adolescente me preguntó: Papá, ¿Qué es un devocion? Le conteste, es un tiempo
de devoción para buscar a Dios en la lectura, meditación de la Biblia y la
oración para obedecer al Señor Este tiempo de devoción es clave para el
crecimiento de la espiritualidad cristiana, para que el creyente en Cristo,
aprenda a caminar con Dios en la llenura del Espíritu Santo. Marcos 12:30 dice:
“Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu
mente y con todas tus fuerzas". Hoy más que nunca tenemos que amar a Dios
con todo el corazón, con todo nuestro ser, porque es un mandamiento divino y
porque queremos amar a Dios. Al caminar a la montaña, tenemos que ir con una
actitud mental positiva y realista, con el anhelo profundo de llegar a la meta.
Una caminata así demanda ropa adecuada, un guía que conozca la ruta, como el
Espíritu Santo, es decir debemos orar a Dios en cada encuentro. Luego, es vital
seleccionar un libro de la Biblia, puede ser los Salmos, en este caso meditamos
en breve en el mandato de “amar a Dios”, es decir en tener la disposición, el
carácter, el tiempo y el deseo de adorar, servir y obedecer al Señor. Es muy
importante que usted, ponga en su agenda y tiempo la prioridad número uno de
amar y buscar a Dios en oración. Hay una tradición o credo humano a dejar, no
busque a Dios, sólo en la angustia, sino búsquelo siempre, cuando esta bien, o
cuando hay crisis. La semana pasada necesitaba dinero, ore al Señor y deje en
sus manos que esto no me distraiga de Dios, el Señor contestó y proveyó...
Ahora consideremos este primer aspecto: 1. LA DEVOCIÓN DEL AMOR A DIOS “El
segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo". No hay otro
mandamiento mayor que estos”. (Marcos 12:31) Mi amigo(a), Una vez que amamos de
corazón al Señor, con toda pasión y vigor; debemos amar al prójimo como a sí
mismo. El amor al vecino, es un amor puro, pero no ingenuo. La devoción del
amor a Dios, se manifiesta de diversas maneras: Uno, al amar a Dios, con toda
nuestra personalidad, pero evidenciada por la obediencia a su Palabra, a su
voluntad. De que sirve decir que amamos a Dios y no cumplimos sus mandatos.
Dos, se evidencia ese amor, al pensar en Dios, al tener ese anhelo por las
misiones, al entregarse por amor a los necesitados de ser salvados y ser
perdonados en Cristo. Por eso ese amor es profundo como señala Juan 3: 16. al
Compartir este amor, estamos amando como el Señor. Tres, la devoción al amor a
Dios, se nota al buscar el bienestar del prójimo, al desear el bien, al cuidar
la naturaleza, al no asesinar, sino al buscar que nuestro vecino tenga esa paz,
que tenemos en Cristo. Cuatro, es hora de mostrar ese amor divino, a nuestros
seres queridos, que no tienen o no saben que Dios nos busca, nos ama y desea el
bien para estar en paz con Él. Es vital compartir esas buenas noticias de paz y
perdón en Cristo. Cinco, debemos anhelar la presencia del Señor, para
parecernos a Él, en pensamiento, palabra y obra. Tengo que reconocer que
necesito a Cristo y que me hace falta esa pasión por los necesitados de Él.
Esta era llena de activismos, es nuestra mayor competencia, y la rutina de la
vida puede traer negligencia para adorar al Señor. Busque a Dios de todo
corazón, que esa sea su prioridad de vida. El tiempo con Dios es vital y
necesario para nuestra espiritualidad cristiana. Siga orando para que el Señor
nos use. ORACIÓN: Padre perdona mi rutina, guíame a adorar cada día más... A
continuación considere este segundo aspecto: 2. LA DEVOCIÓN EXPRESADA EN
ORACIÓN “Cual ciervo jadeante en busca del agua, así te busca, oh Dios, todo mi
ser”. (Salmo 42:1) A lo mejor usted desea conocer la palabra devoción, el
diccionario de la Real Academia Española, dice: “Prontitud con que se está
dispuesto a dar culto a Dios y hacer su santa voluntad”. Leí alguna vez que los
ciervos, o venados pueden detectar el agua a 15 Km. de distancia y jadean o
braman cuando tienen sed. Al igual que estos animales, el rey David se compara
como necesitado de Dios. El ciervo jadea por agua, porque tiene sed, así mismo
debemos buscar a Dios con una profunda sed, por una profunda necesidad de Dios
mismo. Es vital esa búsqueda, del Señor. Una cosa es buscar a Dios, cuando
estamos necesitados de dinero, de la salud, que nos ayude en una angustia; otra
muy distinta es buscarlo, de corazón porque nuestra persona necesita saciar su
sed y anhelo en Él. Necesitamos adorar al Señor, porque solamente Él es digno
de toda Gloria y Honra y por esto nos postrarnos reconociendo que es Señor de
nuestra vida. Como dice la canción, “Solamente a ti sea, la Gloria, Señor,
Alabanza y la adoración, que toda lengua confiese que tú eres Señor, toda
rodilla se doble ante Dios, porque eres digno de adoración, que toda lengua
confiese que tú eres Señor”. Rinde culto al Señor, ofrece tu vida, y postrado
ante Dios, dedica tu vida, tiempo, persona y dinero para hacer su voluntad,
para hacer la Misión Divina, de proclamar vida en Cristo. Ore para que el Señor
nos use, a fin de motivar a una devoción a Dios... ORACIÓN: Padre, perdona mis
tradiciones, mis rutinas, y mi búsqueda de cosas, cuando tú eres más importante
que todo lo que necesitamos. Toma control de mi vida y guíame a adorarte y
saciar mi sed de ti, para conocerte y amarte más cada día, en Cristo Jesús,
Amén. Nos toca ahora este tercer aspecto: 3. LA DEVOCIÓN A LA PALABRA DE DIOS
“Porque la palabra de Dios tiene vida y poder. Es más cortante que cualquier
espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo del alma y del espíritu,
hasta lo más íntimo de la persona; y somete a juicio los pensamientos y las
intenciones del corazón”. (Hebreos 4:12) La devoción es esa pasión a Dios, a su
Palabra, para obedecerla, para oírla y practicarla. El tiempo a solas con Dios,
no es un llamado a ser anacoretas, alejados del mundo, sino creyentes, que aman
a Dios, pero que escuchan su voz y luego salen al mundo para ser sal y luz.
Meditemos en el texto de arriba, “Porque la palabra de Dios tiene vida y
poder”. No es un texto “sagrado”, muerto, que motiva a la violencia, ni engaña
al prójimo para beneficiarse de la víctima. La Biblia es Palabra de Dios, para
acercarnos a Dios, adorarlo y servirlo, porque la Palabra tiene vida y poder
para cambiar nuestras malas actitudes. Note la figura: “Es más cortante que
cualquier espada de dos filos...” El pasado mostraba dagas de doble filo; ahora
armas cortantes de última tecnología pero la Biblia, las supera en corte a
todas. Esto me recuerda al cuchillo de mi casa, mi esposa me pide siempre que
le saque filo al cuchillo; tomo el afilador, colocó el cuchillo en una y luego
en otra posición, lo usamos y corta por un tiempo, luego hay que seguir
afilándolo. No así la Biblia, siempre está cortando todo mal. “...y penetra
hasta lo más profundo del alma y del espíritu, hasta lo más íntimo de la
persona”. ¿Qué libro puede hacer esto? Penetra dando vida a la persona para que
ame a Dios, para que obre con honradez, y sea útil a la nación. “...y somete a
juicio los pensamientos y las intenciones del corazón” Que libro para
majestuoso y terrible, porque juzga lo que pensamos, bien dijo Gabriela
Mistral: “tu desnudez asusta a los hipócritas”. Este Ministerio, honra la
Palabra de Dios, ore a favor nuestro. ORACIÓN: Gracias Señor por tu Palabra,
guíame a obedecerla... Finalmente, este cuarto aspecto: 4. LA ADORACIÓN EN LA
DEVOCIÓN Amigo(a), una devoción sin adoración, es como un matrimonio sin la
comunión y pasión de cónyuges, es como un churrasco de carne, sin la respectiva
carne. La adoración del alma y cuerpo es vital al amar a Dios. Bien dice el
Salmo 145:1-3, “Te exaltaré, mi Dios y rey; por siempre bendeciré tu nombre.
Todos los días te bendeciré; por siempre alabaré tu nombre. Grande es el Señor,
y digno de toda alabanza; su grandeza es insondable”. Al tener comunión con
Dios, es vital, la exaltación al Señor como Dios y Rey, porque Él reina y tiene
todo bajo control. Hay comunión, promesa y gratitud al bendecir el nombre de
Dios, al alabarlo cada día y siempre. Al estar en la presencia de Dios, tenemos
que reconocer su soberanía y su grandeza, Él es Grande, dice una canción
cristiana: “Grande es Dios... exaltaré su nombre”. Hay días, vacíos, en dónde
uno puede confesar al Señor su falta de Dios por la rutina de la vida. Es allí
donde podemos confesar nuestro pecado de desidia, de rutina y activismo,
incluso de la obra, pero nos falta tener comunión con el Señor de la obra. Dios
es digno de toda la alabanza, su grandeza es insondable, no la podemos explicar
con palabras. Bien señala otra canción: El amor de Dios es maravilloso, tan
alto que no puedo ir arriba de Él; profundo que no puedo ir debajo de Él, tan
grande que no puedo ir afuera de Él; tan grande es el amor de Dios; y por todo
esto, Él es Grande. Ahora, pasemos a la presencia del Señor con actitud de
reverencia, de anhelo por contemplarlo, de aprender de Él, sí, porque a veces
creemos que por ser creyentes en Cristo, como que no necesitamos de Dios, que
podemos buscarlo rápidamente, impulsivamente, pero que locura, es vital la
frescura y el poder del Espíritu Santo en nuestras vidas.
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